Leyendas del norte de España

La lúgubre Santa Compaña

Según una arraigada leyenda, esta tenebrosa procesión de ánimas en pena, conducida por una persona viva, ha paseado por los pueblos del noroeste de España sembrando el terror durante siglos.

Fantasmas y almas en pena recorren el bosque por la noche.

Fantasmas y almas en pena recorren el bosque por la noche.

Fantasmas y almas en pena recorren el bosque por la noche. iStock

A su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando de forma desmedida, los gatos huyen despavoridos y realmente asustados". Conocida también como Huespeda, Estadea, Compaña o Genti de muerti, la leyenda de la Santa Compaña se encuentra muy arraigada en las tradiciones y leyendas del norte de España. En ellas se menciona la aparición de un grupo de muertos o de almas en pena ataviados con túnicas negras con capucha que vagan por los caminos durante la noche. Cada fantasma porta una vela encendida y a su paso un aroma a cera o incienso impregna el ambiente. Su aparición era sinónimo de tragedia y aviso de muerte, tal y como indicaron varios autores en sus relatos a lo largo de los siglos XI y XII.

Leyendas nórdicas y celtas

Es difícil asegurar cuándo y dónde nace la leyenda de la Santa Compaña. La misma historia se ha escrito en innumerables ocasiones y todas ellas presentan variaciones que la hacen diferente, lo que dificulta poder conocer su origen. De hecho, recuerdan algo a la famosa "caza salvaje" del dios nórdico Odín, en la que un grupo de cazadores fantasmales era portador de malos augurios. Los especialistas en mitología celta también sugieren vínculos con las procesiones bretonas de los muertos. Una tercera hipótesis vincularía a la Santa Compaña con la historia galesa de los perros de annwn (el inframundo), una raza de canes espectrales que participan en cacerías y acompañan las almas de los difuntos.

La caza salvaje de Odín, óleo por Peter Nicolai Arbo. 1872.

La caza salvaje de Odín, óleo por Peter Nicolai Arbo. 1872.

Museo Nacional de Arte, Arquitectura y Diseño, Oslo

En la famosa 'caza salvaje' del dios nórdico Odín, un grupo de cazadores fantasmales era portador de malos augurios.

Por su parte, la mezcla de creencias locales celtas en España y Portugal con las historias traídas de otras tierras por invasores o inmigrantes creó leyendas y tradiciones únicas. Algunos elementos de la Santa Compaña parecen estar relacionados con el bretón Ankou, un personaje legendario de la mitología popular de la Baja Bretaña, en Francia, que personifica a la muerte, y con las historias irlandesas sobre banshees, espíritus femeninos que se aparecen a alguien para anunciar con sus llantos o gritos la muerte de un pariente cercano.

Los "elegidos"

Pero la Santa Compaña no es sólo un desfile de ánimas. Esta procesión espectral aparece encabezada, según los testigos, por una persona viva, un mortal que en sus manos lleva a veces una cruz y otras un caldero con agua. Le siguen varios personajes encapuchados que entonan cánticos y rezos y portan una vela, así como una pequeña campanilla. A su paso, la Santa Compaña levanta una densa niebla, viento y, por supuesto, un fuerte olor a cera.

La persona viva que precede a la procesión puede ser un hombre o una mujer, dependiendo de si el patrón de su parroquia es un santo o una santa. Existe la creencia de que quien realiza esa "función" no recuerda nada de lo ocurrido en el transcurso de la noche anterior. Estas personas "escogidas" presentan una extrema delgadez y una excesiva palidez, que irá en aumento a medida que se vayan debilitando, ya que la Compaña no les permite descansar ninguna noche. Así, están condenados a vagar noche tras noche hasta que mueren agotados. Sólo pueden salvarse si sorprenden a otro incauto al cual traspasar la cruz. Pero existen métodos para protegerse de la Santa Compaña: se puede dibujar un círculo de Salomón en el suelo con tiza o sal, tumbarse boca abajo, rezar o, la vía más fácil, salir huyendo.

Una niebla espesa se extiende por este bosque gallego.

Una niebla espesa se extiende por este bosque gallego.

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Estas personas "escogidas" presentan una extrema delgadez y una excesiva palidez, que irá en aumento a medida que se vayan debilitando, ya que la Compaña no les permite descansar ninguna noche.

En la obra La Santa Compaña, el urco y los muertos, el escritor e investigador Elisardo Becoña Iglesias explica que no todos los mortales cuentan con la facultad de poder ver a la "Compaña", sino que, según parece, tan sólo algunos "dotados" poseen esa facultad: los niños a los que se bautizó por error usando óleo de los difuntos.

En la mayoría de las historias, la Santa Compaña realiza sus apariciones de noche, aunque también hay casos en los que lo hace de día. El lingüista y escritor J. Cuveiro Piñol, en su Diccionario Gallego (1876, escribe: "Compaña: entre el pueblo, procesión de brujas que andan de noche iluminadas con huesos de muertos, llamando a las puertas para que las acompañen aquellos que quieren que mueran pronto". En algunas versiones, se cuenta que esta tétrica procesión transporta un ataúd en el cual yace un cadáver, que puede ser incluso el de la persona que sufrirá la aparición, siendo su cuerpo astral el que se encuentra en la caja. Existen fechas concretas en las que al parecer son más frecuentes las apariciones de la Santa Compaña, como, por ejemplo, la noche de Todos los Santos o la noche de San Juan.

Una leyenda extendida

En Asturias también existe una tradición conocida como La güestia, un grupo de personas encapuchadas que se acercan a la casa de un moribundo y, después de dar tres vueltas al edificio, el enfermo muere. Se dice que una mujer que salió de su casa a por castañas, pensando que ya era de día, se encontró con un hombre que le dijo que era su padrino (que entonces ya estaba muerto). El hombre le tendió la mano, dándole la vela encendida, ella la cogió, y, al cabo de unos días, enfermo y murió. En Extremadura, aparece el Corteju de genti de muerti, que se compone de dos jinetes fantasmales que causan el pánico de madrugada en los pueblos, ya que quien los ve probablemente morirá. En Zamora está La estadea, una mujer que vaga por los caminos y los cementerios. No tiene rostro y su olor recuerda a la humedad de los sepulcros. En León se conoce como La hueste de ánimas.

Vía crucis en el acceso a la cumbre del Monte Santa Tecla en A Guarda, Pontevedra.

Vía crucis en el acceso a la cumbre del Monte Santa Tecla en A Guarda, Pontevedra.

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En Extremadura, aparece el Corteju de genti de muerti, que se compone de dos jinetes fantasmales que causan el pánico de madrugada en los pueblos, ya que quien los ve probablemente morirá.

Pero no todo está perdido si nos encontramos con esta procesión mortal. Además de trazar un círculo en el suelo o salir huyendo, hay otro método infalible para protegerse de la Santa Compaña. En Galicia son muy habituales los llamados cruceiros, las famosas cruces que todo peregrino que realiza el Camino de Santiago va encontrando a lo largo del itinerario hasta llegar a la tumba del Apóstol. El cruceiro es un elemento muy importante pues uno de los sentidos de este monumento es proteger a los peregrinos que, para su desgracia, se cruzan con esta macabra procesión de ánimas en su camino.

Un peregrina realiza el Camino de Santiago en la actualidad.

Un peregrina realiza el Camino de Santiago en la actualidad.

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