La inquietante historia del hombre que construyó la Isla de las Muñecas

muñecas embrujadas

El ermitaño llamado Don Julián Santana Barrera colecciona muñecas embrujadas

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La inquietante historia del hombre que construyó la Isla de las Muñecas

La inquietante historia del hombre que construyó la Isla de las Muñecas

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Colecciones. Mientras algunas personas disfrutan coleccionando a lo largo de su vida, cromos, soldaditos de plomo, libros y CDs de música; otras prefieren apostar por objetos menos comunes: desde rocas naturales con apariencia de rostro humano, hasta muñecas embrujadas. 

Así lo demostró Don Julián Santana Barrera, un ermitaño mexicano cuya peculiar pasión por las muñecas embrujadas y decadentes ha dado la vuelta al mundo hasta conseguir que la isla en la que vivía en el corazón de Xochimilco se pase a llamar la Isla de las Mujeres.

El ermitaño llamado Don Julián Santana Barrera colecciona muñecas embrujadas

El ermitaño llamado Don Julián Santana Barrera colecciona muñecas embrujadas

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El espíritu de la niña. Todo empezó cuando Santana se mudó a la isla en la década de los cincuenta y se obsesionó con un supuesto espíritu de una niña que había naufragado años atrás en la zona y a quien por aquel entonces todavía podía escuchar gritando: “Quiero mi muñeca”.

Al parecer, cerca de donde había aparecido el cuerpo, Julián encontró una muñeca y, con motivo de ofrenda para el espíritu de la niña, decidió colgarla en un árbol. Pero no solo eso, al poco tiempo, empezaron a aparecer muchas más muñecas deterioradas colgadas por toda la isla. 

La isla se ha convertido en un santuario de muñecas

La isla se ha convertido en un santuario de muñecas

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La obsesión por las muñecas embrujadas. Julián se obsesionó con estos objetos, hasta el punto de colocar todavía más cada vez que las cosechas no daban sus frutos y, de este modo, creía que le estaba haciendo una ofrenda a la joven para apaciguar su espíritu. 

Poco a poco, toda la isla se fue convirtiendo en un santuario macabro, con todo tipo de muñecas deterioradas e incluso decapitadas que el ermitaño iba encontrando en basureros, pescando en canales e intercambiando su cosecha por ellas. 

La isla se ha convertido en un santuario

Finalmente, Don Julián murió en 2001, pero hasta entonces estuvo 50 años convirtiendo la isla en un santuario de muñecas embrujadas y, ahora, más de 20 años después de su muerte, todo sigue intacto. Además, según cuentan los lugareños, existe la leyenda de que las muñecas cobran vida por la noche susurran, silban, mueven las extremidades y giran la cabeza por voluntad propia, con la esperanza de atraer a los incautos a una muerte acuática en los canales de la isla.

Vía Guiness World Records

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